La época de las invasiones bárbaras

May 6, 2007 – 12:19 am

Invasiones bárbarasQuizás sería bueno tener un espacio nuevo. Lo cierto es que mucho del discurso y la discusión se ha convertido en intercambios un tanto complacientes donde pesan más las credenciales que los argumentos, y que muchos han terminado por aceptar que de hecho uno no tiene nada interesante o legítimo que decir mientras no tenga un trabajo publicado o un doctorado, lo cual nos crea un dilema como el del huevo y la gallina. Nuestra cultura académica privilegia de lejos la idea del logro costoso, del trabajo de investigación erudito y de años de duración que finalmente culmina con un producto impecable e imperturbable, una postura consolidada que, además, los otros no se atreverán a tocar por respeto, por consideración al trabajo invertido, incluso por una cuestión de reciprocidad. Hemos armado una inmensa colección de monumentos y catedrales teóricos, tributos y homenajes a las ideas de grandes hombres y mujeres, construcciones enormes y de enorme valor, pero en cuyos pasillos o alrededores no nos atrevemos a pronunciar palabra más que para leer la placa recordatoria. Mientras tanto, los que estamos en la base de la pirámide miramos hacia arriba asustados e intimidados, primero ante la idea de que debemos mantener el sacrosanto silencio hasta recibir nuestra licencia para opinar; segundo, porque contemplamos el complicado camino hacia arriba con escepticismo y desconfianza, pensando en si alguna vez lograremos incorporarnos o incluirnos en la dinámica, pensando incluso si realmente es el mejor camino, si no habría una mejor manera.

Es mi firme creencia de que sí puede haber, cuando menos, otra manera, aunque sólo el tiempo podrá decir si es mejor o peor. Frente a la idea de costosos logros de muchos años, de esforzarse por conseguir una pequeña parcela de verdad, se me ocurre que podemos ofrecer una alternativa: el camino del ensayo y del error barato, de esgrimir intuiciones y posibilidades no sin fundamento, pero sí sin pretensiones de universalidad. Algunos quizás creemos de que se puede también ensayar diversas alternativas e ir descartando aquellas que no se sostengan al confrontarlas con otras ideas u opiniones, y de que se puede proponer un argumento sólido basado no en la erudición de años de estudio, sino en la fuerza y solidez de las creencias que lo constituyen y la manera como están vinculadas entre sí. En esta dirección, la práctica académica o la investigación cobra un nuevo rumbo, y una nueva actitud, una actitud de experimentación y de juego con nuevas posibilidades, con la cual afrontaremos problemas con ángulos nuevos e inexplorados sólo por la curiosidad de saber qué podría pasar. ¿Y si mezclamos esto con aquello, para ver qué pasa? ¿Y si leyéramos esto desde este otro ángulo, que nunca se ha probado? ¿Y si usáramos los conceptos o las herramientas de un campo totalmente distinto, para estudiar los efectos en nuestro objeto de estudio? La mayoría de estos experimentos fracasarán, pero incluso de esos fracasos obtendremos información valiosa que nos permitirán buscar nuevas alternativas, hasta encontrar una que funcione, una que revele resultados sugerentes, innovadores, que no habían sido pensados antes, que nunca fueron esperados.

Pero este camino es peligroso. En primer lugar, porque quizás no recibe el reconocimiento ni mucho menos el apoyo de la gran mayoría, al menos dentro de nuestra cultura. Es un camino de menos certidumbres, y de aparatos conceptuales que parecen a primera vista más endebles. Es confrontar investigaciones rigurosas y eruditas de años de duración, con intuiciones y experimentos que se sustentan sobre la marcha. Y eso va contra la corriente predominante en nuestro ámbito. Eso es, para muchos, una falta de respeto. Y en verdad, están en su derecho. Cada quien tiene la prerrogativa de decidir cómo mejor quiere encaminar sus estudios y sus investigaciones. Pero hay algo acerca de este otro camino, una vitalidad, una dinámica que la hace ver totalmente distinta a las maneras establecidas. Pues este camino crece con aquella confrontación que el mundo tradicional en gran medida rehuye; se alimenta del conflicto y se engrandece cuando cualquiera de sus modelos se ve descalificado, cuando una vía de exploración es clausurada, y como la Hidra, en su lugar aparecen dos nuevas, y así hacia el infinito. Es la gran diferencia entre avanzar lento, pero seguro, y avanzar esquivando ataques y respondiendo golpes, saltando entre plataformas que colapsan. Avanzando con la esperanza de que del conflicto y de las verdades que nacen y mueren a todo momento, pueda eregirse aunque sea brevemente la conquista de una parcela de la verdad. Ese prospecto resulta, por lo menos, un tanto más divertido.

Hay, sin embargo, algo más que es importante, y que no debe pasar desapercibido. Y es que la cultura académica y de pensamiento que nos hemos construido a nosotros mismos nos ha habilitados una serie de refugios seguros dentro de los cuales podemos guarecernos con nuestras ideas, confiando en que nadie irá por ahí rompiendo nuestros palacios de cristal. Pero al mismo tiempo, no sólo nos hemos privado de una importante dosis de dinamismo, sino que hemos terminado por contribuir al conocimiento humano simplemente por extensión. Así, tenemos increíbles mentes contribuyendo ideas sobre ideas. Antes que desafiando lo establecido, o buscando empujar los límites de lo aceptable; antes que recogiendo o recreando nuestra propia identidad y aportándola al conglomerado del conocimiento humano, hemos terminado por consumir las ideas originales de otras culturas y anexarles nuestras propias ideas, nuestros comentarios y percepciones. Pero no hemos dado aún el salto a conquistar el espacio ideológico dominante, a exportar nuestro conocimiento y posicionarlo dentro del gran mercado global de ideas, a conquistar con nuestras percepciones un sector de este mercado. No trato así de emitir juicio sobre qué búsquedas o investigaciones son más o menos legítimas, más o menos recomendables: nada de esto quita que se hagan geniales contribuciones, o que esas contribuciones sean de menor valor a cualquier otra. El derecho de cada uno se mantiene siempre de dedicarse a aquello en lo que se realiza de mejor manera. El problema, según yo lo percibo, es que no hemos adquirido autoconsciencia como comunidad inteletual o teórica, no nos hemos cohesionado lo suficiente ni hemos desarrollado los mecanimos para dejar de importar nuestras ideas directrices, nuestros sistemas filosóficos y nuestros marcos conceptuales, y pasar no sólo a formar los nuestros propios, sino a exportarlos con fuerza, a confrontarlos con los de los demás y buscar algún tipo de síntesis, algún tipo de conquista por la cual nuestras ideas quizás marginales logren imponerse, logren confrontarse y resistir y tengan algún valor legítimo que ofrecer a otras culturas. De allí que la nueva vía de la que hablo sea importante: es ensayando y fracasando, es a través de la confrontación, el diálogo y el debate que conseguiremos entrenarnos y desarrollar nuestros propios modelos, que podremos hacer propias las ideas ajenas y con ellas formar algo nuevo. Y es por ese mismo procedimiento que podremos invadir el espacio ideológico del imperio y conquistarlo con nuestras ideas bárbaras.

Es por eso que quizás sería bueno tener un espacio nuevo.

Un espacio dedicado a alimentar la discusión y el debate, un debate que no se reduzca a una simple complacencia o formalidad. Un espacio en el cual se presenten ideas y propuestas para ser confrontadas, hasta destruidas, y que a partir de ello se pulan y se mejoren hasta volverse, quizás, invencibles. Nuestros pequeños errores crecen y se alimentan de la confrontación, se hacen más fuertes, se perfeccionan, a partir de la crítica y la discusión legítimas. En un espacio en el cual no impere la autoridad o las credenciales, sino el valor de los propios argumentos y de sus fundamentos, donde profesores y alumnos, interesados y aficionados, puedan encontrar un lugar para participar de la discusión.

Un espacio donde se pueda ensayar el vínculo frecuentemente endeble entre nuestra teoría y nuestra realidad, la realidad que compartimos a nivel nacional, a nivel regional. Donde se pueda experimentar con las consecuencias e implicancias reales de nuestras propuestas, y donde podamos enfocar y reconocer nuestros problemas comunes, y donde se puedan ensayar y compartir posibles soluciones. Un espacio a partir del cual podamos comprender mejor dónde estamos parados y qué nos hace lo que somos, y podamos construir un proyecto de identidad, tanto personal como colectiva.

Un espacio que nos permita experimentar con propuestas e ideas nuevas, buscando la originalidad y la innovación. Una zona franca donde múltiples enfoques y disciplinas puedan darse el encuentro para compartir sus perspectivas y echarse mutuamente luz sobre los problemas propios y ajenos; y a partir de ello se intente desafiar, aunque sea un poquito, los límites de lo aceptado, de lo establecido, en busca de nuevas posibilidades y nuevos problemas a los cuales enfrentarse. Un espacio de intercambio y de acercamiento entre disciplinas que suelen hablar de lo mismo, y en el mismo sentido, pero sin entenderse por usar palabras distintas.

Un espacio en el cual, sobre todo, se pueda crear una comunidad de intercambio de conocimiento y colaboración, donde detrás de las ideas encontremos siempre personas. Como tal, un espacio en el cual se pueda forjar una comunidad de amplio alcance que se retroalimente y exporte fuera de sí sus productos, una comunidad en la cual impere un espíritu de legítimo intercambio y a partir del cual puedan vincularse tanto actores como propuestas para poder siempre construir vínculos e ideas más grandes. Una comunidad en la cual cada uno de los miembros aporte una nueva propuesta de valor para todos los demás, y donde participantes de múltiples niveles y sectores, con diversos niveles de experiencia o profundidad, puedan igualmente participar en tanto aporten ideas y sugerencias originales y valiosas.

En suma, un espacio donde se incentive la originalidad, la innovación, la interdisciplinariedad, y la vinculación con nuestras propias realidad. Un espacio de formación, de entrenamiento y preparación, de enseñanza y de aprendizaje.

Un espacio a partir del cual iniciar la época de las invasiones bárbaras.

  1. 6 Responses to “La época de las invasiones bárbaras”

  2. me parece que deben darle más especificación y más investigación. besos y abrasos los quiere Bb………..
    mua besos

    By lala on Aug 1, 2007

  3. ABURRIDO

    By KENYA on Mar 26, 2008

  4. que hace loca

    By joan ramos on Jun 4, 2008

  5. habla con combita

    By joan ramos on Jun 4, 2008

  6. muy linda informacion pero no me sirve

    By erika on Jun 14, 2008

  1. 1 Trackback(s)

  2. May 6, 2007: Invasiones Bárbaras « Castor Ex Machina

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